El pasado mes de Diciembre se fallaba el Premio Asturias Joven de Artes Plásticas 2012, que premia aquellas propuestas que en el ámbito de la región proponen lo más interesante dentro de la creación joven.
La ganadora de este año ha sido Mónica Cabo Álvarez, a la que han otorgado 3.000 euros y que expondrá de forma individual en la Sala Borrón en 2013.
Además de la exposición individual de la ganadora se celebra también una exposición colectiva, la que será la “XXIII edición de la Muestra de Arte Joven del Principado de Asturias” en la que participan los
demás seleccionados:
Nerea Santisteban Lorences,
Úrsula Faya Alonso,
Marcos Arroyo, Mario Martínez Peláez,
David Martínez Suárez y Regina Degiorgis Jiménez, que recibirán 300€ cada uno.
La Muestra de Artes Plásticas está organizada dentro del
programa Culturaquí, del Instituto Asturiano de la Juventud, que según dice en la propia
web busca
promover y fomentar la creación artística de los/as jóvenes y difundir sus manifestaciones culturales y artísticas tanto en el Principado de Asturias como en otros ámbitos nacionales o internacionales.

Sin embargo, este organismo público que organiza la Muestra, y que es uno de los pocos que ya quedan en la región para apoyar la creación artística (en la
web se incluyen becas que ya no existen, como la difunta Beca Cajastur), ha ido reduciendo las partidas para producción de los artistas año tras año.
En 2009, se otorgaban 10.000 euros a la ganadora, Sara García Fernández, y 4.500 a los seleccionados.
En 2010 se reducía el premio hasta 6.000 euros a la ganadora, Alicia González-Lafita Pérez y 2.000 al resto de artistas.
En 2011 Amalia Ulman gana la Muestra y le conceden 4.000 euros, y 1.000 a los demás seleccionados.
Esta última convocatoria, que será expuesta este 2013 ha seguido la línea habitual, concediéndole 3.000 euros a la ganadora (¡menos de lo que se otorgaba a los seleccionados en 2009!) y 300 euros al resto.
Esto se traduce en que en tan sólo cuatro años se ha reducido drásticamente el premio al ganador y especialmente la partida de los seleccionados.
Contando además con que las
últimas noticias de la Sala Borrón, donde se expone la Muestra, hablan de su difícil situación y continuidad, la pregunta es la siguiente: ¿qué pasa con la cultura en Asturias? ¿Cómo un organismo público como el Instituto Asturiano de la Juventud, reduce tan drásticamente año tras año las partidas para la creación artística?.

En un momento de crisis (no sólo económica, que también) como el actual, parecen prescindibles ciertas cosas que serán en el futuro terribles errores difíciles de salvar. La cultura, como tantas voces repiten últimamente, no es un lujo, es un derecho y una necesidad humana, ligada a la identidad de las personas que la crean, fruto del esfuerzo de todos y una herencia imposible de recortar.
Así pues, ¿qué se supone que será la siguiente Muestra de Artes Plásticas? ¿Habrá presupuesto para ella? Sin quitarle mérito a que siga celebrándose esta convocatoria, lo que debe haber es un compromiso real por parte de todos los agentes por apoyar la creación artística en la región.
La creatividad ha sido, es y debe ser un valor en alza y por ello se debe procurar su desarrollo, especialmente premiando a quienes hacen de ella su vida. Porque no se debe olvidar que el artista es un trabajador; un trabajador especial, bien es cierto, que pone en cada obra sus sentimientos, lo mejor de sí y convierte lo que crea en un símbolo de un momento y un lugar histórico determinado, pero que debe obtener un beneficio también económico.
Como quienes me cuentan que les llaman de determinadas galerías o ferias para exponer a cambio de que el propio artista sea el que pague.
El arte también produce beneficios (de muchos tipos), no debe olvidarse, es algo esencial para la humanidad tanto moral como económicamente, y por tanto debe valorarse la labor de los artistas como lo que es: su trabajo.
Es por eso que un organismo público no debería nunca rebajar su apoyo a la creación artística, y menos en un lugar como Asturias; luego se oyen lamentos de todos aquellos artistas (y no artistas) que se tienen que marchar para poder vivir de su trabajo. Lo que tristemente se conoce como la “generación ALSA”.
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